En una conversación de esquina, de esas que abundan en Guarne en tiempos electorales, dos personas comentan sobre la posibilidad de escoger su candidato al Concejo. Una de ellas, levanta un poco la voz para enfatizar:
– No me interesa votar por ningún “honorable concejal” –
Mientras dice esto eleva sus dedos al aire y con dos movimientos rápidos contradice jocosamente sus palabras, acudiendo a una seña universal que grafica unas comillas cargadas de sarcasmo.
Utilizar la palabra honorable para referirse a los concejales, más que una norma es una tradición, basada en el honor que implica representar a los ciudadanos y tomar decisiones en su beneficio, labor que durante mucho tiempo se hizo Ad honorem, es decir, sin recibir remuneración económica. Hace algunos años en Sogamoso, un concejal propuso eliminar ese adjetivo, pero no pasó de ser una propuesta populista y rudimentaria.
El personaje de la frase no es ajeno al pensamiento de muchos ciudadanos que no se interesan o desconocen las funciones e importancia del Concejo. Para ratificarlo solo basta con hacer el ejercicio de responder algunas preguntas. ¿Sabe usted el nombre de todos los concejales de su municipio? (en el caso de Guarne son 13) ¿Conoce 5 temas que se trataron en el último periodo de sesiones? ¿Tiene un conocimiento detallado de su gestión que le permita calificarle con objetividad?
Si su respuesta a estas interrogantes fue no, entonces comparte el desconocimiento y la apatía de ese parroquiano de esquina. La razón no es la falta de importancia del Concejo, por el contrario, si hacemos la analogía del municipio como una empresa, estamos hablando de la junta directiva elegida por los ciudadanos y su labor no es otra que hacer el control al gerente, que en este caso es el alcalde.
No se trata de poner en entredicho la honorabilidad de nadie, por supuesto que no; esta columna lo que pretende es poner en la retina de los ciudadanos una discusión necesaria y aplazada. Tampoco es un diagnóstico del periodo actual, son muchos años y personas que han contribuido al fortalecimiento de la institucionalidad y ese es un proceso que no debe ser estático, debe evaluarse constantemente, mucho más en vísperas de unas nuevas elecciones regionales y locales.
¿Cómo llamar la atención de esos ciudadanos? Necesitamos un Concejo que se posicione entre los habitantes del municipio, genere cercanía, cautive, seduzca a los guarneños con su gestión, en pocas palabras, que elimine las comillas que algunos ponen sobre su nombre. Lograrlo no tiene fórmulas mágicas, pero si unos postulados que nos pueden proponer un camino.
Control político
Es partir de lo esencial, cumplir a cabalidad con su función básica de hacer control a la administración municipal, eso sí, un control riguroso y no selectivo; que no dependa de la relación que se tenga con el alcalde o sus secretarios de despacho sino del análisis estricto de los temas en discusión. Tampoco es ser cándidos, desconociendo el contexto político y que también están en juego los intereses de los partidos que avalaron y apoyaron a los candidatos para llegar allá.
Una de las prioridades para un mandatario es tener la mayoría en el Concejo, que le facilite gobernar y que sus propuestas puedan tener trámite positivo, así funciona y no lo vamos a cambiar con este escrito (aunque no deja de ser inquietante), pero una cosa es tener afinidad con un gobierno y otra convertirse en un SI constante, una vía libre que suma siempre para alcanzar las anheladas mayorías. Y si los del sí eterno hacen daño, los del NO inexpugnable no se quedan atrás, está bien declararse en oposición, pero no ser adulador del negativismo y dar por sentado que su función es siempre estar en contra.
La palabra clave: análisis
Estructura del Concejo
Cuando uno no sabe para dónde va, cualquier camino le sirve decía el británico Lewis Carroll en su majestuosa obra Alicia en el país de las maravillas. El presente debe ser coherente con la visión de futuro, finalmente el mañana es el resultado de lo que hacemos hoy, por eso es necesario construir acuerdos estructurales en cuanto a las metas y las estrategias para lograrlas. No es común que una empresa cambie de líder cada año, como sucede en un Concejo Municipal con la elección de presidentes; desde lo político es conveniente, pero desde lo estratégico es bastante engorroso, en especial cuando las sustituciones representan formas tan diversas de pensamiento.
Hace algunos años un presidente innovador cambió la visión de la corporación; él quería que para el 2019 (tres años después) “el Concejo de Guarne fuera reconocido a nivel municipal, departamental y nacional”. ¿Lo logró? Es claro que no, nunca lo haría, no solo por la premura sino por la incoherencia de sus metas, si hoy discutimos la apropiación de los habitantes guarneños imagínese querer trasladar eso a todo el país; su público está en lo local y allí se debe centrar. La única vez que recuerdo un interés nacional desde el recinto comunero fue cuando un concejal, más enfocado en su celular que en la discusión, fue objeto del temible gemido del whatsapp, un hecho bochornoso y particular, que se difundió en redes sociales y medios de comunicación sin necesidad de mucho esfuerzo.
La visión no puede ser cortoplacista, menos puede ser un capricho personal, tiene que ser coherente y alcanzable; con esfuerzo, pero alcanzable.
La palabra clave: coherencia
Preparación de los concejales
Es normal que en un grupo de personas algunas sobresalgan más que otras, se expresen mejor o tengan un manejo más hábil de las situaciones, pero lo que no es tolerable es encontrarse con concejales que no van preparados a los debates, con evidente desconocimiento y falta de estudio de los temas, dedicados a repetir las intervenciones de los demás o hacer preguntas que ya se habían resuelto; no es de ahora, sino desde hace mucho tiempo, por fortuna son casos particulares, no es una regla.
Una manera de darle honor a un cargo es prepararse para ejercerlo, con disciplina y responsabilidad, eso no depende de los títulos que se tenga sino del compromiso que se adquiere al ser electo, muchas personas sin estudio han pasado por el Concejo y han dejado huella por su rigurosidad y conocimiento. Eso no es negociable, este no puede volverse un cargo de trámite.
Para algunos tener hoy más de 200 aspirantes en las elecciones de octubre es un despropósito, pero lo veo como un avance que muestra a una sociedad que quiere acercarse a la política, ciudadanos que no están conformes con la pasividad ni viendo siempre a los mismos tomar las decisiones. Esto es positivo si se tiene el rigor que implica, ya que inquieta ver candidatos que prometen ejecuciones como si aspiraran a ser alcaldes o secretarios de despacho, uno no sabe si están desubicados o por el contrario lo tienen todo muy claro.
Ojalá llegue un nuevo Concejo con más jóvenes, con más mujeres, con propuestas más alternativas, pero siempre con las condiciones y el rigor para representarnos.
La palabra clave: disciplina
Cercanía con las personas
En un mundo lleno de información ya no es suficiente compartirla, los medios por si solos no son una garantía para llegarle a las personas; las audiencias han cambiado, ahora son selectivas, consumen lo que quieren no lo que les toca. Entender esto es fundamental para poder comunicar estratégicamente y ese es uno de los grandes retos que tiene el Concejo para acercarse a la comunidad. Está bien tener redes sociales y sacar pauta publicitaria, pero eso por sí solo no va a marcar la diferencia.
Poder construir una ruta estratégica debería ser prioritario, entender primero que la institucionalidad es aburrida para la gente y se debe empezar a cambiar ese concepto de a poco. Luego acercar, crear necesidades en la ciudadanía, hablar su lenguaje y lo más difícil, emocionar, incluso a esos señores que conversan en las esquinas y qué ponen en duda la labor. No podemos seguir haciendo lo mismo y esperar resultados diferentes, es la definición de locura de Einstein, ese genio no puede estar equivocado.
La palabra clave: estrategia
Análisis, coherencia, disciplina y estrategia pueden ser los pasos para emprender el camino, empezar a borrar las comillas y cambiarlas por unos contundentes signos de admiración.
Pensando en letras... 